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Visita del Papa Francisco a Papúa Nueva Guinea y el legado de abusos en el clero
Explora la reciente visita del Papa Francisco a Papúa Nueva Guinea y su impacto en la lucha contra el legado de abusos en el clero. Un análisis profundo sobre la reconciliación, la fe y los desafíos que enfrenta la Iglesia en la región.
La Visita del Papa Francisco a Papúa Nueva Guinea
El papa Francisco será recibido por niños que portarán flores, acompañado de una salva de 21 cañonazos y una emotiva vigilia a la luz de las velas tras su llegada a Papúa Nueva Guinea este viernes. Esta será la primera visita papal a las islas del Pacífico en casi tres décadas, una región que, a pesar de ser profundamente cristiana, ha estado marcada por una sombra oscura relacionada con el escándalo de abusos en el clero que ha afectado a la Iglesia Católica Romana.
A lo largo de varias décadas, se ha documentado que al menos 10 sacerdotes y misioneros se trasladaron de Occidente a Papúa Nueva Guinea después de haber sido acusados de abusos sexuales a menores, o de que se descubriera que habían cometido tales actos. Esta información proviene de registros judiciales, investigaciones gubernamentales, testimonios de sobrevivientes, informes de medios de comunicación y declaraciones de funcionarios de la Iglesia.
Estos hombres formaban parte de un patrón más amplio de conducta irresponsable: al menos otros 24 sacerdotes y misioneros abandonaron países como Nueva Zelanda, Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos, dirigiéndose a naciones insulares del Pacífico como Fiyi, Kiribati y Samoa, en circunstancias similares. En al menos 13 de estos casos, se ha confirmado que sus superiores estaban al tanto de las acusaciones o condenas por abusos antes de facilitar su traslado al Pacífico, lo que les brindó una protección inusitada ante el escrutinio.
Es ampliamente conocido que la Iglesia ha protegido a numerosos sacerdotes de las autoridades trasladándolos a otras localidades, incluso a diferentes países. Sin embargo, lo que distingue a estos casos es la lejanía de las islas a las que fueron enviados, lo que complica la persecución por parte de las autoridades locales. Estos traslados también les permitieron acceder a comunidades vulnerables, donde los sacerdotes eran vistos como figuras intocables y de gran respeto.
Según las investigaciones gubernamentales y los informes de medios de comunicación, al menos tres de estos hombres abusaron de nuevas víctimas en el Pacífico, perpetuando un ciclo de abuso que ha dejado profundas heridas en las comunidades afectadas.